Aquest article el vaig publicar en un periòdic del meu barri poc després de les passades eleccions locals i autonòmiques. Ara que falta menys d'un any per a les properes (i tot veent com va l'esquerra d'ací de casa nostra) potser tinga més de profecia que no de reflexió "a posteriori". I si no, al temps... El deixe en castellà, tal com va ser publicat.
El título no es mío, que conste, sino de alguien poco sospechoso de ser un vil reaccionario: el prestigioso sociólogo norteamericano James Petras se hacía esta pregunta en su famoso Informe sobre la sociedad española de mediados de la pasada década. Y no se trataba de una pregunta retórica pues él mismo la respondía: «¿Dónde están los progresistas? Están activos, pero lo que les interesa es el dos por ciento de “marginales”» porque «las luchas progresistas por las minorías (cambios simbólicos y reconocimiento legal) tienen el apoyo financiero de los gobiernos municipales o regionales. Las ONGs y organizaciones similares brindan a los progresistas oportunidades económicas, segundos salarios en calidad de investigadores, educadores, asistentes sociales o abogados. Pueden así combinar una "buena conciencia" y la remuneración económica con una palmadita en el hombro de las autoridades locales.» Y así estamos desde entonces... Lo extraño es el desconcierto de quien, dirigiéndose al dos o tres por ciento de la población, se rasga las vestiduras al no obtener más que el cinco por ciento de los votos. Que ya es de agradecer.
No debe uno meterse a dar consejos (sobre todo si nadie los pide), pero ello no es óbice para poder hablar con los amigos. Y los amigos de uno (la mayoría), desde las pasadas elecciones andan cabizbajos y meditabundos pensando qué ha pasado que nadie vota a los buenos. ¿Es que la sociedad está dormida?, ¿es que cunde el cinismo?, o peor aún, ¿es que algo falla en la democracia? Yo qué sé... A lo mejor la cuestión es dirigirse a la mayoría, a ver qué pasa, partiendo de una serie de premisas poco frecuentes en la clase media progresista (y clase media es, para qué vamos a engañarnos) pero de una tozuda validez en el proletariado de siempre. El propio Petras escribe en “Neoliberalismo y vida cotidiana”: “las familias fuertes, la solidaridad y la lealtad entre los cónyuges son condiciones previas para poder dirigir la irritación hacia las causas de las privaciones y la movilidad descendente.” Y Christopher Lasch, crítico implacable de la sociedad postmoderna, pide a la “revolución de tipo socialista” en La cultura del narcisismo “abolir el nuevo paternalismo –la dependencia de los expertos, la degradación del trabajo y de la vida hogareña– del que hoy deriva en tan gran medida el antagonismo entre hombres y mujeres”, y pone de relieve que “sólo un reordenamiento completo del trabajo, de la educación y la familia –de cada institución relevante– hará más tolerable la ancianidad”, en un mundo que “da testimonio de una inquietud generalizada ante la reproducción: de hecho de la duda generalizada acerca de si nuestra sociedad a fin de cuentas debería reproducirse.”
Familia, hijos, abuelos, educación, trabajo, son términos que tienen una significación fundamental en la cultura tradicional de la clase obrera, muy alejada de las elucubraciones de la nomenklatura narciso-progresista que remite todos estos conceptos al desván de la “derechización de la sociedad”. Vale. Siempre se pueden esperar más votos de la plataforma “Jo no t’espere”. Si es que vuelve el Papa.
5 comentaris:
A mí lo que me parece es que está trasnochado el lenguaje decimonónico de izquierdas y derechas, progresistas y no progresistas.
Que me digan lo que piensan hacer los partidos y veré si les voto o no.
Que los partidos digan lo que piensan hacer no es ninguna garantía de que lo hagan. Por otra parte es verdad que los términos "izquierda" y "derecha" han de ser redefinidos... o descartados como designadores "en bloque" de posiciones políticas cristalizadas. Yo siempre me he considerado de izquierdas pero veo que la "izquierda realmente existente", o quienes monopolizan ese nombre, fundamentan su quehacer político en unos presupuestos moralaes (e incluso sociales) que me resultan absolutamente rechazables. Uno busca terrenos de encuentro con quienes siempre ha considerado compañeros. Pero cada vez me resulta más difícil.
Un saludo, Luis.
Em sembla molt encertada la teua reflexió. Però especialment en estos temps que corren, el moviment ha de ser sumar més que restar: com diu l'André Gorz al pròleg de "Manifest Utopia", 'l'eixida del capitalisme ja ha començat' i nosaltres amb les (velles?) armes dialèctiques, hem de bastir l'alternativa. Jo, personalment, no vull quedar-me mirant.
Una abraçada, Jesús.
Moltes gràcies, Aurora. M'apunte el llibre.
Jesús, jo estic llegint-lo perquè me l'enviaren per a ressenyar-lo. Si vols, quan l'acabe, te'l deixe.
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