dimecres, 13 de novembre del 2013

Apacentarse de viento



Entonces miré cuanto habían hecho mis manos y todos los afanes que al hacerlo tuve, y vi que todo era vanidad y apacentarse de viento y que no hay provecho alguno bajo el sol.
Eclesiastés 2-11


De las malhadadas oposiciones de 1991 surgió el Colectivo de Opositores a la Enseñanza Pública de la Comunidad Valenciana, más conocido entre los (relativamente) más viejos del lugar como el COEP. Este colectivo (no sé si llegó a constituirse en sindicato) agrupaba a los compañeros y compañeras que salieron perjudicados en el (decir kafkiano es poco) rocambolesco y descerebrado proceso selectivo de aquel año. Pues bien, algunos años después, en 1995, el Partido Popular ganaba las elecciones aquí donde vivimos. Y aquí siguen. Que qué tiene que ver una cosa con la otra. Algo habría, porque un dirigente del COEP me comentó por aquellas fechas que el PP había ido colectivo a colectivo, grupo a grupo, casi persona a persona, sumando las voluntades (y luego los votos) de todos los agraviados por el gobernante Partido Socialista lermiano y de todos los císcares. De hecho me comentó que al día siguiente de las elecciones apareció una pintada en la tapia de la Consellería de Educación que aludía al hecho: “ajo y agua”. Bueno, diría otra cosa, claro, pero el sentido era ése. El problema de los opositores rebaremados y recontrabaremados se solucionó y aquí paz y después gloria.
Ahora que, a lo que parece, el PP no ganará las próximas elecciones autonómicas ni con recomendación del CIS y que seremos felizmente gobernados por el tripartito progresista sería conveniente sentarse y repasar, así, con lápiz de dos colores y papel corriente, las reivindicaciones, agravios y vejámenes de cada cenáculo ciudadano agraviado, vejado y reivindicante.
Volvamos al profesorado. Desde el año 2010 dicen los que saben de estas cosas que los enseñantes han perdido en torno al 30% de su poder adquisitivo. Mucha rebaja de sueldo es esa. Si además consideramos que a la rebaja salarial, las sucesivas congelaciones, la pérdida del complemento por sexenios, la pérdida de alguna paga extra, se suma el aumento de ratio en las aulas, el aumento de horas lectivas y complementarias (sin olvidar la pérdida de sueldo por bajas laborales en un colectivo sin enfermedades profesionales reconocidas y el aumento de actividades en julio) tenemos que no sólo se cobra menos por trabajar lo mismo sino que se cobra bastante menos por trabajar bastante más.
La precaria, proletaroide y depauperada situación de los enseñantes, sin embargo, ocupa el penúltimo…  (¡Que va! El último… Qué digo el último, ni existe…) lugar en las reivindicaciones que han movilizado a las masas implicadas en el proceso de enseñanza-aprendizaje en estos últimos años. El profesorado se ha movilizado y ha llevado a cabo varias huelgas (con lo cual ha perdido más poder adquisitivo) de manera recurrente por la “calidad de la enseñanza” (que está muy bien): por las becas de libros, transporte y comedor de los alumnos, por la ley Wert, por la pérdida de la asignatura de Educación para la ciudadanía, por el carácter computable de la asignatura de Religión, por las subvenciones a los centros que separan a niños y niñas, por el cambio en el modelo lingüístico… Por todo, menos por lo que da de comer a su familia. Por la dignidad de la escuela pública pero no por la dignidad de su salario y su trabajo, que queda relegado a un subapartado de allá a lo lejos de la tabla reivindicativa… compañeros y compañeras.
Me parece que, ya que jaleamos las camisetas, los estriptis, los desplantes, las “verdades como puños” y toda la mandanga de la izquierda espectacular que nos ha de gobernar de aquí a nada, sería cuestión de que los sindicatos de enseñantes se sentasen con los que mandan en cada (tri)partido y les dijeran que muy bien, que encantados con su actuación… pero que pongan negro sobre blanco qué piensan hacer para devolver al profesorado (que tanto les aplaude y tanto les quiere) lo que les ha robado el gobierno vigente en descenso de salario y aumento de trabajo. Porque si al final de la película toda la dignidad de la enseñanza se va a quedar en mantener los programas lingüísticos, en la educación para la ciudadanía y toda la polla, si toda va a ser vanidad y apacentarse de viento que lo digan ahora y así se ahorra uno tener que cagarse después en el puto morro de su candidato o candidata progresista.