diumenge, 26 de maig del 2013

Disfraces



 Una entrada recent de l'amic Enric Senabre al seu bloc Observatori de la ciutadania m'ha fet recordar aquest article reaccionari que te ja alguns anys i que vaig deixar sense publicar perquè no n'estava del tot satisfet. El deixe com va ser escrit.

Volvemos con el sistema educativo... Se trata de una deformación profesional, vale. Y, sobre todo, de una preocupación paterna. Es el caso que la mayoría de los padres queremos tener hijos y no frikis de feria. Con lo cual se entiende que hay que vigilar nuestras escuelas, empeñadas, al parecer, en lo contrario. Bien. Uno es parte del invento de la enseñanza y aquí conviene explicarse: cuando yo era estudiante ser estudiante era una forma de ser y también una forma de vestir. Este galimatías es sencillo: nos vestíamos más o menos contestatariamente según anduviese surtido cada cual de progresismo militante o conservadurismo. Pero la vestimenta no difería mucho. Éramos estudiantes. La adolescencia es, por naturaleza, informal y dogmática (contradicción típicamente adolescente) y nos vestíamos como nos daba la gana mientras criticábamos sesudamente la publicidad que nos incitaba a vestirnos como nos diera la gana. En fin, tampoco es cuestión de reeditar el Cuéntame de la tele.
  Ahora es distinto. En los institutos de Dios y del demonio desemboca cada año un sunami avasallador de colorines. No hay que buscar en los pelos lateralmente rapados y por aquí arriba medio rizados y por detrás largos, más que en los pantalones arremangados, las alpargatas enchancletadas y los diferentes colgajos: una cacofonía que se exhibe a sí misma y se impone como espectáculo quieras o no.
  ¿De dónde viene esta afición a convertir el cuerpo en mero portador de trozos de hierro incrustados en las narices, el ombligo, la lengua, las cejas o en sufrido lienzo para tatuajes? Algunos de nuestros jóvenes (quizás demasiados) dan la razón a la estrambótica teoría queer que concibe el cuerpo, a la manera informática, como un “puerto” en el que enganchar ferralla ortopédica y exhibicionista. De dónde vendrá, me pregunto, esta permanente voluntad de ir disfrazado.
  Algo tendrá que ver, digo yo, la costumbre adquirida en los colegios de  infantil y primaria: apenas llega el brumoso noviembre y hete aquí a los parvulitos disfrazados de castañeros y castañeras para gozo de propios y extraños; antes aún, con motivo del nueve de octubre, maestros y alumnos se disfrazan de moros y cristianos con sus estandartes de cruces y medias lunas; para ese engendro papanatas que se impone globalmente, el jálogüin, aparecen disfraces de horror y muerte; en Navidad hay gorros de Papá Noel y Reyes Magos de todo a un euro; llegan las carnestolendas, ahí es nada, todo el mundo a disfrazarse: maestros y maestras, niños y niñas y deprisa que las fallas están cerca y más disfraces; al volver de vacaciones los infantes muestran su indumentaria pascuera y al acabar el curso todo vale sobre el escenario de la fiesta final. ¡Uf! Los niños se disfrazan un día sí y otro también, se pintan los pelos, les pintan las caras ¡Qué guay! ¡Qué escuela tan divertida! Y en cuanto se monta algún sarao extraordinario nunca falta algún “taller” para hacer abalorios de todo tipo.
  Y no digas nada que serás un bicho raro: “Chico, parece que eches de menos la escuela autoritaria que padecimos nosotros; los niños se divierten mogollón y transgredir las normas sociales también es sano.”
  Hale pues, todos juntos en unión a transgredir todo lo que de trasgresión sea susceptible hasta el punto de no saber qué puñetas estamos trasgrediendo.

4 comentaris:

Enric Senabre ha dit...

Jo no veig el problema, ni a disfressar-se de castanyera ni a vestir de colorins, ni a portar pantalons curts o samarretes sense mànigues. I què? És la seua manera de buscar la seua identitat, de manifestar, de provocar, de burlar-se, de demanar ajuda, de cridar o simplement, de ser. Cada generació busca els seus valors, els adapta, els crea o els destrueix... i també la manera de vestir. Tan de bo!

carmen quinra ha dit...

Yo lo que veo realmente disfrazado son los libros de texto, con tanto colorin y muñeco......Además dá para preguntarse esto ¿La lección de qué vá? seamos civilizados y no confundamos a los niños.

Anònim ha dit...

¿Donde están los que se rebelaron hace 45 años en el Mayo del 68 en París?
Con esta pregunta quiero expresar que por mucho que en nuestra juventud nos disfracemos de "pikachu" o nos tapemos con una "palestina", nuestro futuro puede ir por multiples caminos.
José Ramón de Xirivella

Anònim ha dit...

http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/06/130604_educacion_finlandia_lp.shtml


Llorenç.