dimecres, 6 de febrer del 2013

El proletariado invisible (I)




A principios de 1970 vivíamos de alquiler (tercer piso interior sin ascensor) en una calle de Mislata, que cuando llovía se transformaba en un lodazal, mi abuelo paterno (jornalero del campo durante toda su vida), mi abuela paterna (sirvienta desde niña y después dedicada a cuidar de su marido y sus hijos y jornalera ocasional), mi padre (jornalero, obrero de la construcción, obrero industrial en Andalucía, en Bilbao, en Barcelona, en Valencia), mi madre (sirvienta desde muy niña en Andalucía, jornalera de vez en cuando y después sirvienta en Barcelona y Valencia y ama de casa) mi hermano y yo. No teníamos nada. Excepto la fuerza de trabajo de mi padre y de mi madre. Quiero decir que, sin ninguna duda, nuestra situación de clase era el proletariado, la clase obrera, como queramos llamarlo.
En un piso de la planta baja del mismo edificio vivía otra familia. Algunas tardes yo me asomaba a la ventana para verlos en el patio interior. Para mí eran un espectáculo que me repelía y me resultaba atrayente a la vez. La madre gritaba a todas horas e incluso le decía a su hijo mayor que era un “hijo de la gran puta”. Éste le contestaba que ella era una “guarra” y se iba a la calle. No solía frecuentar la escuela y cuando iba acababa siendo castigado o directamente abofeteado por los maestros a los que increpaba y amenazaba. El padre no aparecía mucho por casa y, según se decía, era un borracho que se lo gastaba todo en alcohol y que no conservaba ningún trabajo. No tenían nada. Excepto la fuerza de trabajo del padre y la madre. Eran proletarios. Lo mismo que nosotros. Pero no lo eran como nosotros. Mi padre, que ostentaba el monopolio de la blasfemia legítima, no consentía que mi hermano y yo fuésemos malhablados o irrespetuosos y si alguna palabra estaba prohibida en mi familia eran esas de “tuyo” y “mío”.
En cuanto pudieron, mis padres nos sacaron de aquel piso; compraron uno recién construido en otro barrio y mi padre no descansó hasta que hubo terminado de pagar la hipoteca. En ese proceso mi hermano mayor empezó a trabajar en una fábrica a los catorce años y yo seguí estudiando después de acabar la EGB. En pocos años mi familia (como tantas otras familias proletarias) progresó, esto es, mejoró sus condiciones materiales y culturales de vida de manera notable y me parece evidente que la base moral de ese progreso (junto a la base material del trabajo) se podría resumir en los valores que compartíamos con tantas otras familias obreras: primacía del bien común, sobre el interés individual con especial atención a los más débiles, los viejos y los niños; disciplina, incluso jerarquía; sacrificio; pulsión por mejorar, saber y dar más. En esencia, pensamiento en clave de y FUTURO.
El Socialismo, la doctrina de la liberación del proletariado, vendría a fundamentar con su potentísima teorización estos valores si no propios sí apropiados para la causa de la emancipación de la clase obrera, frente a otros valores espurios que disgregaban al proletariado y que yo veía representados en la otra familia de mi narración: primacía del interés propio; desprecio por el saber y la escuela; indisciplina; búsqueda de la compensación inmediata; indiferencia por la mejora material y moral. En esencia, pensamiento en clave de YO y PRESENTE.
No parece difícil ver qué conjunto de valores se compadece mejor con el Socialismo y, por lo tanto, identifica a la clase obrera… y sin embargo el rebaño de teóricos socialistas que ha ido pastando, rumiando y cagando ideología desde los años sesenta del siglo pasado ha visto al sujeto revolucionario encarnado en los que ladran, aúllan o balan ese segundo grupo de valores.
(mañana más… o pasado mañana)

4 comentaris:

Rafel de Lluny ha dit...

Ese es el problema, que ahora lo que más predomina es YO, MI y MÍO. Mi casa era y es como la tuya, donde primaba el bien común en detrimento del bien individual: Mejor casa, mejor comida y educación para todos. Si un hermano trabajaba, por ley una parte de su sueldo iba apara casa, para poder ayudar a quien por edad o condición aún no podía hacerlo. Se prefería gastar el dinero en pagar la hipoteca, servir buena comida en la mesa sin distinción de si se trabajaba o no, pagar los estudios y ropa para todos. Nada de darle a los niños caprichos innecesarios ni una buena paga los fines de semana. Cuando mis amigos llevaban 20 duros en el bolsillo, yo llevaba dos, el día que llevaba tres era rico y cuando me daban cinco por un extra tenía el mundo a mis pies. Se alentaba al estudio para mejorar en la vida, se transmitían valores y no se miraba si el hijo del vecino tiene más que el mío. Se ve que todavía no existían los traumas infantiles por envidia. Y sí, todos los que vivíamos así recordamos una infancia feliz y despreocupada.
Cuando el Yo y el MI)O empezaron a imponerse empezaron a aparecer los traumas infantiles por no poseer lo mismo que el vecino, por llevar poco dinero, y lo más importante, el placer inmediato del hoy ya era mucho más importante que el mañana. Y si el placer inmediato implica joder, insultar y menospreciar a los que están por encima en la escala, digamos docentes o personas mayores en general, se menosprecia e insulta sin compasión. Cuando una consola o una cadena de oro es más importante que un buen futuro es que algo pasa. Y la culpa empieza por los padres, sí, pero quedarse ahí es matar al mensajero. ¿Quién ha propiciado toda esa decadencia de valores? Pregunta sencilla y respuesta compleja.

Unknown ha dit...
L'autor ha eliminat aquest comentari.
Unknown ha dit...

Ai mare com diuen al Camp d'Elx, estranyament en castellà malgrat no parlar una altra cosa que valencià: "de esas casuchas, hay muchas".

L'any 1970 jo era el quart de sis fills. Els meus pares -valencians de la soca-rel- havien emigrat a França i ens trobàvem a Austràlia per l'esperit aventurer del pare. Jo tenia 11 anys. S'entregava tot el jornal! Què és això d'una part? De fet, quan em vaig posar a treballar als 14, en una fàbrica, ja a Elx, també entregava tot el jornal i anava a l'institut de nit...

L'any 1970 jo segava l'herba dels veïns amb una segaherbes i repartia publicitat en bicicleta. Això els dissabtes i diumenges. Em donaven dos dòlars australians i se'ls donava a ma mare. Ma mare deia "amb això has pagat el pa de la família de tota la setmana" Com que érem set persones era molt de pa...

Després ens donava vint-i-cinc cèntims a ma germana Rebecca i vint-i-cinc cèntims a mi (mig dòlar entre els dos) i ens compràvem una hamburguesa a mitges.Una setmana a ma germana Rebecca li va semblar que vaig fer un mos massa gran i no va consentir que en compràrem més a l'eixida de missa. No s'havia de menjar fins no haver combregat... I tenia una fam!

Ma mare em deia, a més a més, quan li donava els dos dòlars: "eixos diners són per tornar a Elx". Mentrestant Elx rebia murcians, andalusos i manxecs i es feia més gran... A la darreria de 1972 ja érem a casa, després de 17 anys fora...

Devíem ser proletariat extracontinentalitzat: emigració mundial que enviava divises al país. Per no haver no hi havia ni estius al poble o a casa dels avis i oncles... I no hi havia excrusions escolars a més de vint km. Havíem de tornar al poble.

Tens tota la raó... I vaig ajudar la família amb una bona part del meu sou fins ben passada la vintena.

Al llarg dels anys, no sé com, vaig poder estudiar dues carreres univesitàries de nit i vaig poder aprovar quatre oposicions diverses. Vist amb la talaia dels anys em sembla excessiu...

Mon fill no ha acabat la carrera (li queda un curs) i fa de cambrer a Anglaterra. Ma filla tampoc i viu amb el nóvio però és molt treballadora i eixerida. Tenen 23 i 25 anys i no viuen a casa i es mantenen amb el que guanyen. Són els millors fills del món.

Ara, tenen als pares per al que faça falta. Malgrat el patiment intern... Deuen haver heretat alguna cosa bona... La mare, llauradora del Camp d'Elx, es va posar a treballar als 10 anys, l'any 1970. Ara, és una altra història llarga d'una dona sensible i molt culta...

Jesús Párraga ha dit...

Gràcies pel teu comentari RAFEL però trobe que estem (els dos) idealitzant una mica les nostres famílies. Allò que dius é cert, però també n'hi havia tensions, incomprensions, disputes de vegades grosses. Si he fet aquesta "narració" de base real (encara que no m'agrada confondre narració i argumentació) és per il·lustrar uns valors molt presents en la classe obrera que encara hi són però pràcticament "invisibles" davant la desmesura amb que es mostren els altres valors. Preguntes "¿Quién ha propiciado toda esa decadencia de valores? Pregunta sencilla y respuesta compleja." Espere poder contestar aquesta pregunta a l'altra entrada :)

Salut, JOAN-CARLES! Efectivament "de esas casuchas hay muchas" Gràcies a Déu! Perquè l'esperit solidari de la Classe Obrera i l'ànsia de superació és allò que fa que encara tot no se n'haja anat a fer la mà! :)