Dirigido
a estudiantes de 2º curso de Bachillerato
Jesús Párraga Serrano
Departamento de Castellano,
Lengua y Literatura
IES
de Albal.
Es ya tradicional comenzar el estudio
del concepto “texto” o “discurso” aludiendo a las limitaciones que en su día se
advirtieron en la llamada “gramática de la oración”. En efecto: hemos visto en
clase cómo los distintos subsistemas gramaticales (fonológico, morfológico,
etc.) y las distintas disciplinas que se ocupan de su estudio tienen su expresión
más acabada en la sintaxis y la unidad gramatical que llamamos “oración”. No
obstante, los distintos conceptos sintácticos (sujeto, predicado, complementos,
concordancia, dependencia, etc.) se demostraron incapaces de dar cuenta de
algunos fenómenos que, teniendo una clara sustancia sintáctica, excedían las
fronteras de la oración. En el ejemplo 1 podemos ver cómo es necesario
considerar la existencia de una unidad gramatical superior a la oración en el
funcionamiento de la Lengua:
Padre: –¡He visto a la yaya! Me
ha dicho que va a venir a verte.
Niño (de dos años y algunos
meses): –¿Quién?
[Ejemplo 1]
Para un oyente adulto es obvio que el
sujeto de la segunda oración (elíptico) es correferente del complemento directo
de la primera, mientras que el sujeto de la primera (elíptico) pasa a ser
complemento indirecto de la segunda. La interiorización de este entramado de
relaciones anafóricas presupone el desarrollo de lo que algunos autores
denominan “competencia textual”. Competencia aún no desarrollada en el niño que
necesita una aclaración (desambiguación) sobre quién va a venir a verle pues
parece percibir los dos enunciados como entidades separadas sin relación entre
sí (relación que en realidad es compleja). En cualquier caso fenómenos de
ordenación y correlación de oraciones como el que hemos visto (sustitución por
elipsis, redundancia, pronominalización, progresión de enunciados tema/rema...)
escapan a la descripción sintáctica oracional y exigen la consideración de una
unidad gramatical que hemos convenido en llamar “texto.”
Paralelamente a las insuficiencias que
hemos comentado (es también tradicional señalar el funcionamiento textual del
uso del artículo), contribuye asimismo al proceso de acercamiento a la idea de
“texto” la observación de éste en tanto que unidad comunicativa cuyo
significado unitario excede (y en algunos casos incluso contradice) la
significación de las unidades sígnicas que lo forman. Veamos un ejemplo:
–Juan es un perro.
[Ejemplo 2]
El significado literal del enunciado
del ejemplo 2 sería algo así como “existe un perro (animal canino, doméstico,
etc.) cuyo nombre es Juan”. Sin embargo no es necesario explicitar el contexto
de este enunciado para que, como oyentes, infiramos que el significado
contextual (convengamos, a partir de ahora, en denominar “sentido” a este tipo
de significados) sería aproximadamente el siguiente: “existe una persona
llamada Juan, poseedor de una serie de características tales que podemos
compararle con un perro”. Desentrañar las coincidencias semánticas entre el tal
Juan y el concepto “perro” supondría explicar el funcionamiento de la metáfora,
lo que, por ahora, no hace al caso. Lo que nos interesa es destacar la falta de
correspondencia que se da en ocasiones entre el significado del conjunto de
signos que componen un discurso y la significación real de dicho enunciado (su
sentido) en un proceso de comunicación dado.
Tenemos, por lo tanto, dos vías de
acercamiento al concepto de “texto”: una de ellas lo considera como una unidad
más, de carácter en cierto modo sintáctico, totalizante, del sistema
lingüístico; la otra insiste en la naturaleza del texto como unidad
comunicativa cuyo sentido es de orden situacional, pragmático. Es necesario
atender a esta doble vía y no confundirlas pues refieren a la venerable
distinción saussureana entre Lengua y Habla y su consideración
indiferenciada puede llevarnos a confusiones epistemológicas graves que
repercuten en el análisis textual-discursivo. Dicho sea de forma esquemática y
para aprovechar la diferencia terminológica entre “texto” y “discurso”
(términos que muchos autores consideran sinónimos):
Unidad máxima de la Lengua definible como conjunto
organizado y jerarquizado de signos de extensión indeterminada y cierre
semántico. Se trataría, por lo tanto, de una unidad abstracta cuyas reglas de
funcionamiento son explicitadas por una disciplina que podríamos llamar
“Gramática del texto.”
|
Realización del texto en una
situación comunicativa dada como unidad de comunicación con sentido unitario.
De su estudio se ocuparía la “Lingüística del discurso” y la “Pragmática.”
|
[Esquema 1]
Advirtamos que la diferenciación entre
las nociones de “texto” y “discurso” como unidades de la Langue y de la Parole
respectivamente no es algo estrictamente consolidado en la disciplina
lingüística, sin embargo es una forma práctica de adscribir sentido a dos
nociones que suelen confundirse y que puede resultar productiva en varios
sentidos. En primer lugar nos permite definir el texto como máxima expresión del
signo lingüístico sin extraviarnos en la vieja discusión sobre el significado
como relación biunívoca con el significante en el seno del signo o como
resultado del uso del signo en la comunicación concreta. Veámoslo de manera
esquemática:
LENGUA
|
Signo Lingüístco =
|
Significante
|
Texto =
|
Estructura Superficial
|
|
Significado
|
Estructura Profunda
|
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HABLA
|
Sentido
|
Discurso
|
[Esquema 2]
Como vemos en el esquema 2, el significado
pertenece a la Lengua mientras que el sentido pertenece al Habla (el referente,
otro elemento considerado como parte del signo por algunos teóricos, estaría
situado en la realidad extralingüística, en el mundo.)
Significado y sentido pueden coincidir
estrictamente en enunciados como el siguiente:
–Rin-tin-tin es un perro.
[Ejemplo 3]
Pero difieren notablemente en el
ejemplo 2.
¿Quiere decir todo esto que el uso de
las palabras puede independizarse de su significado en el código de la Lengua?
Creemos que no, pues el sentido que puede alcanzar una palabra (quedémonos por
ahora en este nivel elemental) en su uso cotidiano está limitado por la
significación de dicha palabra en el seno del sistema. Es decir, no podemos
adscribir un sentido arbitrario a un enunciado (salvo en ámbitos de uso muy
concretos como la poesía o la hiperconvencionalidad de las contraseñas) sin
contar con una previa convención semántica (social, abstracta, propia de la
Lengua) que permita la inteligibilidad del mensaje. Prestad atención a esto: al
analizar un discurso no todas las interpretaciones son válidas sino sólo
aquellas (incluso sobraría el plural) que responden a una relación de
inteligibilidad entre significado y sentido, entre Lengua y Habla. Quizás otro
esquema aclare algo las cosas:
LENGUA
|
Significante
|
/pérro/
|
|
Significado
|
+animado
+animal
.
.
.
+canino
+doméstico
|
+fidelidad
+fiereza
.
.
.
+pereza
+cariño
|
|
Semas denotativos
|
Semas
connotativos
|
HABLA
|
Sentido
|
–Rin-tin-tin es
un perro
|
–Juan es un perro
|
[Esquema 3]
En “Rin-tin-tin es un perro” el
sentido de “perro” deriva directamente de la significación denotativa mientras
que en “Juan es un perro” el límite del sentido está en los semas connotativos
que socialmente adscribimos al término “perro”, en este caso “+pereza”. De
hecho si quisiéramos poner en funcionamiento otros semas como productores de
sentido nos veríamos obligados a
modificar el mensaje: “Juan es un perro guardián” (+fiereza); “Juan es un
perrito faldero” (+fidelidad)
En mensajes más complejos la producción
de sentido requiere, a su vez, de mecanismos de funcionamiento más sofisticado
(modalización, implicaturas, inferencias...) que iremos estudiando al avanzar
en el análisis de textos.
Volvamos a la dicotomía
“texto/discurso” que consideramos proporcional a la de Lengua/Habla
y “significado/sentido”. De manera espontánea tenemos la tendencia a relacionar
“discurso” con los usos orales de la Lengua mientras que “texto” remite a su
uso escrito. Esta diferenciación no es estrictamente correcta: un discurso oral
presupone un texto del cual es realización concreta y un texto escrito, al ser
actualizado por el lector, se convierte en discurso. Sin embargo, incluso en el
diccionario se nos remite al par “escrito/oral” para diferenciar “texto” y
“discurso”. En cierta forma esta tendencia viene a confirmar la sentencia de
Rousseau: “La escritura, que al parecer debería fijar la lengua, es
precisamente lo que la altera; no cambia las palabras, sino el genio mismo de
la lengua; reemplaza la exactitud por la expresión. Uno comunica sus
sentimientos cuando habla y sus ideas cuando escribe. Al escribir se ve uno
obligado a tomar todas las palabras en su sentido común; pero quien habla varía
las acepciones con los tonos, las determina a placer.” Genialmente, Rousseau,
establece la diferencia entre uso oral y escrito de la lengua (ver esquema
anexo) y fundamenta nuestra opinión de que el texto tiende a la Langue
(fijación, exactitud, ideas, sentido común) mientras que el discurso tiende a
la Parole (expresión, sentimientos, cambio de las acepciones,
importancia del contexto). Digamos que en el uso escrito de la lengua lo
textual predomina sobre lo discursivo y en el uso oral lo discursivo predomina
sobre lo textual. A partir de aquí podemos centrarnos en lo que va a ser el
objeto fundamental del curso: el texto
escrito de carácter expositivo-argumentativo. Para una caracterización
final del concepto “texto” tenemos que considerar, por supuesto, el rastro de
los discursivo en lo textual y diríamos: “Llamamos texto a la máxima unidad sígnica de la Lengua, de
extensión imprecisa, compuesta de un conjunto de signos organizados y
jerarquizados, con cierre semántico susceptible de producir un sentido unitario
(una unidad de comunicación) en un proceso de comunicación dado.” Las
características que consideramos definitorias del texto determinan sus
propiedades y sus diferentes instancias de análisis:
TEXTO
|
Estructura
Superficial
|
Nivel de la
Cohesión
|
Mecanismos de
Cohesión Textual
|
Gramática del
texto
|
Estructura
profunda
|
Nivel de la
Coherencia
|
Mecanismos de
Coherencia Textual
|
Lingüística del
texto/discurso
|
|
Nivel de la
Adecuación
|
Mecanismos de
Adecuación a la Situación Comunicativa
|
Pragmática
|
[Esquema 4]
Es
necesario hacer notar que la propiedad del texto que llamamos “adecuación” es
la marca de lo discursivo en lo textual. El texto escrito incorpora la adecuación
a la situación comunicativa, propia del uso oral de la lengua en el que el
entorno inmediato es decisivo para la producción de sentido. Esta incorporación
posibilita una cierta indiferenciación teórica entre “texto” y “discurso”,
permitiéndonos analizar el texto como un todo que es a la vez parte de la
Lengua y puente entre ésta y el Habla.
A partir
de aquí podemos estudiar los conceptos de “Cohesión”, “Coherencia” y
“Adecuación”